El escupitajo asesino
Llegada a Shanghai. Hemos dejado a Gorka camino de Xi'an, y Susana y yo nos hemos venido para aqui. Un calor y humedad todavia mas insoportable que la de Hong Kong. Aqui mi madre se ahogaria, que la conozco. Pero esto es tema de otro post. Otro dia. Porque el camino al hotel es digno de contar. Tras aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Pudong, nos hemos subido al Maglev, un tren magnetico que levita sobre las vias y que por 50 yuanes (4,63 euros) recorre 30 kilometros en 8 minutos. Desde el vagon vas viendo como sube la velocidad hasta los 300 km/h. No ha estado mal. Nos ha "acercado" a la civilizacion. De camino hemos visto casas de mierda (asi de claro) llenas de suciedad y desorden.
Llegados a la primera estacion, empieza la verdadera aventura. Nos subimos al taxi y el taxista, fijate tu, que solo sabe chino (para los proximos destinos tenemos que decirle a un chino que sepa ingles que por favor nos escriba las direcciones en su idioma). Y es que el taxista ni siquiera sabia leer los caracteres occidentales. Asi que el hombre que se baja y le pregunta a un poli. Xi xi gua gua guachi peich?. Parece que el senor se entera y empieza el viaje mas peligroso que he hecho subido en un automovil (que nunca nadie vuelva a quejarse de mi conduccion). Lo juro.
Primero. Hay cinturones de seguridad. Pero no se pueden usar. Estan metidos por detras del asiento, que tiene un forro que cubre los enganches del cinto. Vamos, que son inservibles. Empieza la marcha. A toda leche, a bocinazos. Nos metemos en una calle, el de adelante va muy despacio, asi que empieza a adelantarle. Los de delante... para no chocar con nosotros, van apartandose. Nosotros, un buen rato, en direccion opuesta. Que mas da!! Llega un cruce. Decenas de bicicletas y motocicletas la cruzan sin parar. Nadie tiene preferencia. El taxi lo atraviesa sorteando milimetricamente a inconscientes en dos ruedas.
Segundo. Lo dicho, un calor de pelotas. Tanto que la saliva se te pega al paladar... Exacto... el taxista se asoma por la ventanilla en marcha y escupe. Yo voy sentado detras y observo como el escupitajo sale disparado hacia atras en peligrosa direccion a mi cara. La ventanilla Alvaro! Por que tiene que estar abierta!! Por suerte impacta en la puerta.
Tras mas de media hora en el coche, el chino que empieza a comunicarse con nosotros.
-Anchi tronchi yeeeee uaaa!!
-Listen... 505 Nanjing Road...
Que nada, que el 505 no existe...
Cruzamos la linea continua y el taxista pregunta a un conserje de un hotel
-Pa adelante Xu Lin pa adelante!!
Y por fin llegamos. 45 minutos de taxi y 52 yuanes para el taxista. Una fortuna de 4,81 euros que, por si acaso, comprueba en un detector de billetes falsos.
((Por cierto... perdon porque en estos teclados chinos faltan las tildes... pero la buena noticia es que al menos de momento, parece que funciona Blogger, a pesar de las advertencias antes del viaje, que decian que a veces lo censuran.))