Mi óptico
No pensaba yo comprarme unas gafas. Pero me fui animando por el ambientillo... y acabé sucumbiendo a los precios. Terminé pagando 180 yuanes (18 euros) por renovar las viejas en una horita en Shanghai.
La entrada al sitio era peculiar de narices...
No me preguntéis cómo llegamos, porque nos llevó Zigor, pero sí os aseguro que había decenas de tiendas de gafas y éramos los únicos occidentales. Los chinos no paraban de mirarnos claro. Pero íbamos a tiro hecho, con Zigor, que nos llevó a su óptico de confianza, donde la última vez que fue se hizo diez pares de gafas con sus padres, por encargo para sus amigos y familia en Bilbao.
Vendían miles de modelos distintos, de esos que en Europa valen una pasta pero que en China, por aquello de que las fabrican todas aquí, pues hacen excedentes a precio chino. Merece la pena. Si vuelvo algún día a Shanghai... creo que sería una buena manera de financiarme el viaje.
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